Es la segunda de las tres estaciones antárticas nombradas en honor al general Manuel Belgrano.
La Armada Argentina no estaba en condiciones técnicas de realizar la logística necesaria para tamaña acción, razón por la cual debió recurrirse al empresariado privado que colaboró en todo lo atinente a traslado y carga.
A partir de la base, equipos en trineo recorrieron la zona, recabando información geográfica.
En estas misiones relevaron unos 105 000 km², bautizando con nombres argentinos los accidentes geográficos cartografiados.
La base Belgrano II está formada por distintas edificaciones emplazadas sobre la roca del nunatak Bertrab.
La nueva casa posee una superficie cubierta de alrededor de 500 m² junto a mayores comodidades y espacios para esparcimiento y se encuentra emplazada sobre lo que fue antiguamente la antigua casa destruida por el fuego.
A unos 200 m de la base, excavados sobre el hielo se encuentran una serie de túneles utilizados como cámara frigorífica gracias a sus casi constantes -10 °C durante todo el año, en otros túneles también se guardan otros víveres, repuestos y materiales que allí reposan protegidos del viento y las inclemencias.
Una zona especial fue determinada para crear una pequeña capilla católica con imágenes religiosas (capilla Nuestra Señora de las Nieves) y también hay un pequeño museo con elementos antiguos utilizados tanto en Belgrano I como Belgrano II.
[10] En cada campaña antártica, solo un puñado de hombres y mujeres acceden a invernar en esta base extremadamente austral, donde no hay flora, ni fauna, ni se observa ningún vestigio de vida natural.
Quien sea elegido para esa tarea deberá experimentar situaciones extremas, que en ningún otro lugar va a vivir.