Basílica del Espíritu Santo (Buenos Aires)

Todo el exterior del templo se caracteriza por la rigidez y armonía de sus líneas.

En 1894, cuando llegaron a Buenos Aires los primeros misioneros de la Congregación del Verbo Divino enviados a la ciudad, el Obispo les ofreció la capilla para que les sirviera de sede.

Por ello la Congregación del Verbo Divino, que tenía a cargo la capilla, inició en 1901 la construcción de un nuevo templo.

Por disposición del fundador de la Congregación, el nuevo templo estaría dedicado al Espíritu Santo.

El estilo románico de la Basílica del Espíritu Santo sabe evitar la relativa pesadez del estilo romano, que prefiere los muros pesados y gruesos con arcos chatos y sólidos.

La arquitectura del templo responde a la forma de basílica romana, destacándose la cruz latina en la planta de su conjunto: nave central, dos naves laterales y crucero, encontrando su remate en tres ábsides.

La Basílica del Espíritu Santo posee ocho altares ( siete altares con retablo ) y se destaca el arreglo del ábside de la nave central, rico en enseñanzas y simbolismos.

Todo el conjunto está enmarcado por el arco de medio punto inscripto con la primera estrofa del Himno que la Iglesia canta a Dios: «VENI CREATOR SPIRITUS, MENTES TUORUM VISITA, IMPLE SUPERNA GRATIA QUAE TU CREASTI PECTORA» [Ven, Espíritu Santo Creador, a visitar nuestro corazón; colma con tu gracia viva y celestial nuestras almas, que Tú creaste por amor].

Esta cúpula que corona el ábside, sostenida por esbeltas columnas, se interrumpe para dar paso a la luz de siete vitrales.

En ellos se iluminan siete ángeles que presentan los principales textos bíblicos referidos a Dios Espíritu Santo.

Vista lateral de la Basílica