Se decidió construir una gran basílica dedicada a su persona en la ciudad donde vivió y murió.
El proyecto fue llevado a cabo por el Obispo de Bayeux y Lisieux, Monseñor Thomas-Paul-Henri Lemonnier, y recibió el apoyo del Papa Pío XI, que había colocado su pontificado bajo el signo de Santa Teresa.
Fue financiada enteramente por donaciones y contribuciones especiales de varios países del mundo, basadas en la devoción a Santa Teresa.
Por ello, la basílica contiene 18 altares menores dedicados a las naciones que aportaron donativos.
Los trabajos de construcción se pararon durante algún tiempo debido a la Segunda Guerra Mundial.
Construido en los años 1960, el campanario está separado del edificio principal y situado en la plaza.