Una verdadera y propia depresión psíquica y física (el rito del satanismo, incluyendo largos periodos de ayuno le dañaron el aparato digestivo), pero que, afortunadamente no lo llevaron al suicidio, como le sucedió a su amigo.
También pasó por una desilusión amorosa de adolescencia, pues en un principio, estaba comprometido en matrimonio con su prima, la Baronesa Caterina Scazzeri, pero todo quedó en nada, ella se hizo religiosa franciscana y murió muy joven.
Fue el propio Padre Radente quién lo integró a la Tercera Orden de Santo Domingo.
En la Casa Central que ella había abierto en Nápoles, Bartolo conoció a la condesa Marianna Farnararo De Fusco, mujer impregnada fuertemente en acciones de caridad y asistencia.
Tal amistad da lugar a muchos malentendidos, pero después de una audiencia con el papa León XIII en 1885 decidieron casarse, con el propósito de vivir como buenos amigos, en amor fraterno, como lo habían hecho hasta ese momento.
Un día, vagando por aquel campo, Bartolo sintió una voz misteriosa que le decía: “Si propagas el Rosario, serás salvo!”.
Y súbitamente después escuchó el eco de una campana lejana, que llamaba a la oración del Ángelus del mediodía, que lo hizo arrodillarse en la tierra y orar hasta obtener una paz interior, jamás experimentada.
Inició así la idea de una pía sociedad entronizada en el rosario, para orarlo en aquel valle abandonado.
En los 3 años siguientes se dirigió a Pompeya para propagar su idea del Rosario, pero piensa súbitamente que, a tal empresa, le faltaría un cuadro de la Virgen del Rosario, pintado al óleo, como prescribía la liturgia de aquel tiempo.
Por casualidad encontró en la Via Toledo al Padre Radente que le sugirió ir al Conservatorio del Rosario de Portamedina y pedir, en su nombre, a sor María Concetta De Litala un viejo cuadro del Rosario que 10 años atrás se les había confiado.
Bartolo siguió tal sugerencia, pero fue presa del asombro cuando la religiosa le mostró el cuadro.
El arquitecto Antonio Cua ofreció gratuitamente dirigir el proyecto y los trabajos de la nueva iglesia.
En 1877 Bartolo Longo escribió y popularizó la Práctica de los Quince Sábados.
El 14 de octubre de 1883, veinte mil peregrinos, reunidos en Pompeya, recitaron, por primera vez, la Súplica a la Virgen del Rosario, escrita por Bartolo Longo, en respuesta a la Encíclica Supremi Apostolatus Officio, con la cual el Papa León XIII, da frente al mal de la sociedad, por medio del rezo del Santo Rosario.
Mientras tanto, alrededor de la nueva iglesia dio forma a la nueva ciudad, viviendas para los trabajadores (el primer ejemplo de viviendas sociales), el telégrafo, un pequeño hospital, el observatorio meteorológico y geodinámico.
El Papa Pio X, conoció la verdad y mostró gran estima por la Fundación de la Nueva Pompeya.
Aprobó la Pia Union Universal para el rezo del Rosario en comunidad y en familia propuesta por Longo, queriendo ser el primer inscrito.
El Doctor Moscati estaba tan maravillado con las obras caritativas de Bartolo Longo, que le dijo lo siguiente: * "Comendador, con tanta obra caritativa que usted ha fundado, usted será algun dia digno del honor de los altares", a lo que Bartolo le respondió con gozo: * "Si Doctor, eso si, yo te precederé, tu me seguirás despues".
Bartolo Longo murió tan pobre, que sólo pudo tener su propia cama, porque todos los muebles del apartamento había sido inventariados y obligado por una orden de embargo en su contra obtenidas por parte de sus parientes.