En el siglo XIX se comenta cómo el término está «poblado en la mayor parte de romeros, enebros, sabinas y aliagas».
Sus constantes visitas a estos dos personajes le determinó la conveniencia de establecer su refugio en Barbalimpia, en casa de Pedro García, apodado el Viejo, considerando que esta persona podría ser afín a sus propósitos.
Este sería el motivo por el que la Inquisición llevaría al tal Pedro y a su mujer Leonor, naturales de aquí, a la cárcel, siendo procesados y penitenciados en el año 1568.
Barbalimpia contaba en el siglo XVI con 60 vecinos, unos doscientos habitantes, dedicados por entero a la agricultura: trigo, cebada, centeno, avenas, garbanzos, guijas, judías, vino y frutas.
En el siglo XIX, se lleva a cabo la desamortización del gobierno de Madoz y en Barbalimpia, son cinco los lotes propiedad de la Iglesia y del municipio que se ponen a la venta, destacando estos cinco vecinos: Ramón García, Juan Gil Muñoz, Juan Olivares, Ramón Olivares y Manuel Portero como nuevos propietarios de este nuevo término.
Se ha recuperado la tradición de cantar Los Mayos, pues existen todavía algunas personas del lugar que recuerdan las letras y melodías autóctonas.