La primera referencia gráfica se halla en las pinturas del Castillo de Alcañíz (Aragón), en la que aparecen caballeros y entre los cuales se halla uno con paramento equino adornado en esa disposición, aunque invertida, lo cual podría significar que dicho caballero es el conde de Besalú, condado que ostentaba estas armas.
En 1335, Pedro IV el Ceremonioso dio permiso al Consejo de Ciento a utilizar su señal real (los cuatro palos).
La diversidad de la disposición del señal real en la enseña barcelonesa así como en otras enseñas que también lo incluyen se suele interpretar como una adaptación personal del autor al pequeño espacio disponible para pintar los dibujos o como influencia de un portulano previo sobre el que se hubiese basado el autor.
Parece que esta bandera sustituyó la tradicional cuartelada como símbolo exclusivo de sus ciudadanos.
No es hasta los años 40 y años 50, en los que la dureza del régimen se relaja que vuelven a aparecer símbolos locales, con marcada intención folclórica, y progresivamente modificados.
Se aprobó un escudo con dos palos de oro sobre gules en los campos segundo y tercero, obra del diseñador Santi Pau.
En 1996 se inició el debate en el Ayuntamiento para aprobar oficialmente el conjunto de símbolos que utilizaría la ciudad implicando la modificación del sello, el escudo y la bandera.
Este contencioso municipal y ciudadano fue llamado por la prensa «guerra de las banderas».