La pieza arqueológica más importante del sitio es un gran friso de estuco policromado, excepcional en los yacimientos mayas, llamado el friso del universo.
Tiene una extensión aproximada de 1 km², está integrado por 3 grupos arquitectónicos: el grupo sur, el central y el norte, de los cuales los 2 primeros han sido excavados, pero solo parcialmente.
De acuerdo a los hallazgos arqueológicos, Balamkú tuvo una larga ocupación prehispánica que se remonta al periodo preclásico siendo una antigua ciudad maya desarrollada en un largo periodo temporal, algunas de las cerámicas y estructuras del sitio han sido datadas entre los años 600 a. C. al 300 a. C. correspondiente al remoto periodo preclásico medio, durante esta temprana etapa la ciudad muestra una influencia notable de sitios mayores como Calakmul.
El lugar fue posiblemente ocupado, durante la primera migración de los itzáes al poniente de la Península de Yucatán en el año 550 d. C. Entre los años 600 al 1000 d. C. en el periodo clásico, Balamkú tuvo una notable relación con el sitio de Becán ubicado a aproximadamente 60 km y fue también durante este periodo, específicamente en el clásico tardío cuando la ciudad colapsó parcialmente, aunque su ocupación continuo hasta el 1200 d. C. cuando fue abandonada.
Es en el "grupo sur", en donde se encontró un friso de estuco que coronaba un palacio, llamado Casa de los cuatro reyes, en referencia a los cuatro personajes, aparentemente soberanos, que aparecen en el friso y que representa una alegoría del orden del universo, con figuras de un saurio, serpientes, jaguares, estilizadas e intercaladas entre ellas y un mascarón del dios Kinich Ahau.