Las personas con baja tolerancia a la frustración, al tener una sensibilidad excesiva hacia todo aquello que sea desagradable, no toleran contratiempos, molestias o demoras en la satisfacción de sus deseos y no soportan ningún sentimiento o circunstancia desagradable.
Frecuentemente albergan sentimientos de ansiedad, tristeza, agitación, resentimiento, humillación y enfado.
Se victimizan y culpan a agentes externos de lo que les pasa.
[1] El concepto fue originalmente desarrollado por el psicólogo Albert Ellis, bajo la teoría de que la baja tolerancia a la frustración (low frustration tolerance, LFT) es un componente evaluativo de las creencias disfuncionales e irracionales del individuo.
Al creer que la vida debe ser fácil y placentera abandona sus proyectos personales o ciertas situaciones por no saber cómo conducirse sin angustiarse.