Baciyelmo

Baciyelmo es un neologismo cervantino de 1605, "contracción de bacía + yelmo".[1]​ El término es una invención de Sancho en la primera parte del Quijote (cap.44) que resume la doble naturaleza del objeto (yelmo encantado y mítico y bacía de barbero): "-En eso no hay duda -dijo a esta sazón Sancho-; porque desde que mi señor le ganó hasta agora no ha hecho con él más de una batalla, cuando libró a los sin ventura encadenados; y si no fuera por este baciyelmo, no lo pasara entonces muy bien, porque hubo asaz de pedradas en aquel trance".[2]​ En algunas interpretaciones simbólicas o filosóficas del Quijote, el baciyelmo es considerado como símbolo de una actitud valiente y comprometida al unir dos mundos enfrentados: la ficción y la realidad, pero la mayoría de la crítica cervantista a partir de los estudios del crítico Martín de Riquer, en su Aproximación al Quijote,[3]​ sostiene que el baciyelmo es una 'toma de posición del autor que defiende la coexistencia religiosa en España'.Por su parte, el psiconalista Sigmund Freud expone en Tótem y tabú las connotaciones sexuales del baciyelmo.
Don Quijote con el Baciyelmo, obra de Yakovlev Shalyapin.