El calendario solar maya era más preciso que el gregoriano según algunas investigaciones, y eran estudiosos en la periodicidad de los eclipses.
A fines del siglo XVIII Antonio de León y Gama descubrió la Piedra del Sol ,[1] un calendario solar de gran exactitud astronómica creado por los aztecas en el período posclásico mesoamericano.
Para esa época, era creado el primer observatorio astronómico de América, en Santa Fe, para la Expedición Botánica de la Nueva Granada, encomendada a Celestino Mutis, siendo su primer director Francisco de Caldas.
La meteorología – que para entonces era parte de la astronomía – no era una disciplina desconocida en América Latina, pues desde finales del siglo XVIII ya se realizaban en La Habana, Cuba, eventuales mediciones de la temperatura, la lluvia, la presión atmosférica y observación de las nubes.
Actualmente, Chile posee el 40 % de la observación astronómica en el mundo.