El ataque involucró a más de 100 aviones, incluidos cazas furtivos F-35 Lightning II, que recorrieron 2.000 kilómetros y utilizaron munición pesada.
Los funcionarios estadounidenses confirmaron que Estados Unidos había sido informado de antemano pero no participó en la operación.
Las filtraciones también revelaron la importante contribución del espionaje de los Estados Unidos a Irán para proporcionar inteligencia para las operaciones militares planificadas por Israel.
Esta fue la primera vez desde la Guerra Irán-Irak (1980-1988) que Irán se ha enfrentado a un asalto tan prolongado de un adversario extranjero.
Dos funcionarios árabes declararon que el ataque parecía haber tenido como objetivo un depósito de armas y una oficina o cuartel militar.
[28] El diario Yedioth Ahronoth informó que Israel había atacado una fábrica iraní de vehículos aéreos no tripulados, así como una base secreta en Teherán.
[8][9] Allanando el camino para posibles futuros ataques israelíes que podrían apuntar al programa nuclear de Irán o a su infraestructura petrolera.
[30] El experto en defensa Malcolm Davis dijo a la CNN que, aunque el ataque de Israel fue "limitado" y "preciso", fue "ciertamente embarazoso" para Irán.
Los medios estatales iraníes se han abstenido de informar sobre daños, una medida que, según sugiere Taleblu, tiene como objetivo controlar la percepción pública y ayudar al régimen a mantener su imagen interna.
[31] Jonathan Conricus, también miembro senior de la Fundación para la Defensa de las Democracias, afirmó que, si bien una evaluación integral dependerá del análisis satelital en los próximos días, es posible que "Teherán, con todos los objetivos del régimen y su infraestructura sensible, pueda ahora estar totalmente expuesto a futuros ataques israelíes".