Para subsanar este problema, se lanzó en 1989 el satélite Hipparcos, que elaboró un catálogo estelar con una precisión desconocida hasta entonces.
Su sucesor, Claudio Ptolomeo,[2] incluyó un catálogo de 1.022 estrellas en su obra Almagesto, dando su ubicación, coordenadas y brillo.
[7] Cuando los telescopios se hicieron comunes, los círculos graduados facilitaron las mediciones James Bradley intentó por primera vez medir paralajes estelares en 1729.
Bessel fue quien realizó la primera medición del paralaje estelar: 0.3 segundos de arco para la estrella binaria 61 Cygni.
Esta tecnología hizo que la astrometría sea menos costosa, abriendo el campo al público aficionado.
Operando desde 1989 a 1993, Hipparcos midió ángulos grandes y pequeños en el cielo con mucha mayor precisión que cualquier otro telescopio óptico anterior.
La astrometría es más precisa en misiones espaciales que no se ven afectadas por los efectos distorsionadores de la atmósfera terrestre.
La Misión Gaia de la Agencia Espacial Europea, lanzada en 2013, aplica técnicas astrométricas en su censo estelar.
Para encontrar astrométricamente tales objetos, los astrónomos usan telescopios para inspeccionar el cielo y cámaras de gran área para tomar fotografías en varios intervalos determinados.
Al estudiar estas imágenes, pueden detectar objetos del Sistema Solar por sus movimientos en relación con las estrellas de fondo, que permanecen fijas.
Usando esta distancia y otras fotografías, se puede obtener más información sobre el objeto, incluidos sus elementos orbitales.