No obstante, las manifestaciones artísticas conocidas en la actualidad podrían adscribirse –según los investigadores– a la Edad del Cobre, vinculándose al poblado fortificado de esta etapa prehistórica asentado en la ladera del cerro Veleta, y del que en la actualidad es reconocible la muralla y uno de los dólmenes de su necrópolis, construcciones ambas ubicadas en el denominado Collado de los Bastianes.
Sus límites legales fueron establecidos en 1827, un año después de que se concediera la villa a favor del primer barón, Jacinto Cañada Rojo.
Este paisaje arqueológico queda delimitado, siguiendo los topónimos publicados por Narciso Zafra (Zafra, 2004), al norte y este por los farallones del Cerro del Frontón y de la Cinta del Fraile y la Bríncola respectivamente.
Al sur, las vegas del río Quiebrajano se encajonan en su curso superior mediante otras alturas que igualmente permiten cerrar un paisaje aislado (Cerro de Peñablanca, Poyo del Gallego o Peñón del Sombrero).
Su técnica y motivos lo convierten en excepcional dentro del contexto de la Alta Andalucía.