No se empleó la palabra «culpabilidad» para la redacción del artículo, pero este sirvió como base legal para obligar a Alemania a pagar en concepto de reparaciones de guerra.
Alemania se tomó esta cláusula como una humillación nacional, ya que la obligaba a asumir la responsabilidad total del inicio de la guerra.
En cambio, la cláusula era un prerrequisito para permitir, con base legal, los pagos en concepto de reparaciones que se iban a exigir.
[7] En el otoño —en el hemisferio norte— de ese mismo año, las Potencias Centrales comenzaron a derrumbarse.
Sin embargo, las esperanzas de lograr esas condiciones se diluyeron con la firma un armisticio, que entró en vigor el 11 de noviembre, cuando las tropas alemanas mantenían aún sus posiciones en Francia y Bélgica.
Las batallas del Frente Occidental se libraron en su mayor parte en Francia, por lo que este país sufrió los efectos más devastadores de la guerra.
La región más industrializada del país galo, situada al noreste, quedó inservible tras el paso de las tropas alemanas a su retirada.
Georges Clemenceau, primer ministro francés, consideró apropiado que, fuera cual fuese el acuerdo de paz adoptado, se le exigiese a Alemania el pago de reparaciones por los daños que había causado.
[25][34] En ella, se podía leer lo siguiente: «Los Gobiernos aliados entienden que Alemania los compensará por todo el daño que su agresión ha causado a la población civil de los Aliados y sus propiedades».
[25][34] La redacción del artículo corrió a cargo de los diplomáticos estadounidenses Norman Davis y John Foster Dulles.
[25] El artículo 231, en el que Alemania aceptaba su responsabilidad y la de sus aliados por los daños resultantes de la Primera Guerra Mundial, sirvió, por consiguiente, como base legal para que los artículos que lo siguieron en el capítulo de reparaciones obligasen al país germano a compensar por los daños causados a civiles.
[37] Tras la redacción del tratado, las delegaciones alemana y aliada se reunieron el 7 de mayo.
[40] Sin embargo, aprovechó también para negar que Alemania fuera el único responsable de la guerra.
[40] Tras la reunión, la delegación alemana se retiró a traducir el documento, compuesto por unas 80 000 palabras.
[40] Convenido esto, enviaron a sus homólogos aliados un mensaje tras otro atacando cada una de las partes del tratado.
[41] El 18 de junio, habiendo hecho caso omiso de las decisiones explícitas del gobierno, Brockdorff-Rantzau aseguró que el artículo 231 obligaría a Alemania a aceptar su responsabilidad total por la fuerza.
La Asamblea aceptó estas indicaciones por una amplia mayoría, y se informó a Clemenceau tan solo diecinueve minutos antes de que el plazo expirara.
[44][49] El historiador Wolfgang Mommsen apuntó que, pese a la ira de la población, los oficiales del Gobierno alemán eran conscientes de que «la posición alemana en este asunto no era tan favorable como el gobierno imperial había incitado a la población alemana a creer durante la guerra».
[51] Durante la guerra, sin embargo, su discurso cambió, se deshizo de estas nociones y adoptó una postura cada vez más beligerante contra Alemania.
[54] Vance C. McCormick, asesor de Wilson en materia económica, hizo hincapié en este punto, y comentó: «[...] el preámbulo es útil.
El objetivo que se perseguía con la imposición de estas reparaciones era compensar a las familias mermadas por la guerra.
[61][62] Ferguson también apunta que esta suma no supera el 2,4 % de la renta nacional alemana entre 1919 y 1932, mientras que Stephen Schuker sitúa la cifra en una media del dos por ciento entre 1919 y 1931, tanto en metálico como en especie, haciendo una transferencia total equivalente al 5,3 % de la renta nacional para ese periodo.
[76] Sidney Fay fue, en el polo diametralmente opuesto, «el crítico más franco e influyente» del artículo.
[81] «Técnicamente —prosigue Marks—, Gran Bretaña entró a la guerra y las tropas francesas entraron en Bélgica para hacer honor» a la obligación legal de defender Bélgica que se había establecido en el Tratado de Londres ratificado en 1839.
[82] Manfred Boemeke, Gerald Feldman y Elisabeth Glasser apuntaron que «los requisitos pragmáticos influyeron específicamente en la modelación del tan malinterpretado artículo 231.
[67] Margaret MacMillan señaló que la interpretación que la ciudadanía alemana hizo del artículo 231, como si este cargara toda la culpa del inicio de la guerra sobre Alemania y sus aliados, «se convirtió en objeto de repugnancia y dejó con la conciencia intranquila a los Aliados».
[85] Asimismo, «favoreció un estado de ánimo» con el que las ideas nacionalistas extremas podían llegar a una audiencia más amplia y enraizarse.
[85] Elazar Barkan sostiene que «al forzar una admisión de la culpabilidad de la guerra en Versalles, más que curar el resentimiento, los ganadores lo instigaron y este contribuyó al ascenso del fascismo».
Al «negarse a reconocer la culpa de Alemania, el nuevo Gobierno alemán exoneró implícitamente al antiguo orden monárquico y, más relevante aun, no consiguió «disociarse del antiguo régimen».
[92] De esta manera, perjudicó sus propias pretensiones, ya que afirmaba que «la Alemania posrevolucionaria suponía un nuevo inicio histórico democrático y, por tanto, merecía cierta credibilidad en la conferencia de paz».