[1] La palabra «complementaria» tiene su origen en el latín complementum, de complēre, literalmente «rellenar» o «completar», y se mantiene fiel a ese origen en su escritura y en su significado, que tiene que ver con completar o perfeccionar.
[3] En arquitectura, un lenguaje de diseño es un conjunto de estándares geométricos (formales) y materiales usados en edificios y otras estructuras fabricadas por el hombre, que tradicionalmente surgen a partir de los materiales locales y sus propiedades físicas.
[4] La arquitectura complementaria interpreta la tríada vitruviana para su uso contemporáneo, transformando la durabilidad (firmitas) en aspectos más amplios de sostenibilidad, la utilidad (utilitas) en el altruismo y el servicio a la sociedad, y la belleza individual (venustas) en la armonía con un contexto más amplio, la identidad regional y el espíritu del lugar.
La metodología de la arquitectura complementaria es especialmente útil en desarrollos contemporáneos que penetran en un compacto tejido urbano histórico.
[10][11] Sus adherentes postulan que en el siglo xx el abandono de los elementos decorativos y las formas tradicionales se consideraba un signo de una nueva simplicidad, solidaridad y sacrificio por parte del lado socialista y convenientemente eficiente económicamente por parte del lado capitalista de la escena política, y, por extensión, que «prácticamente todos los edificios construidos antes del siglo xx eran bonitos» y que la cuestión de la belleza en la arquitectura contemporánea es simplemente una cuestión de «recuperar antiguas costumbres».