Archivo-Biblioteca de la Catedral de Santiago de Compostela

El origen del Archivo de la Catedral compostelana se encuentra en el thesaurum medieval y en las organizaciones documentales que fueron desarrolladas por los arzobispos Diego Gelmírez, en la primera mitad del siglo XII, y Berenguel de Landoria, en el primer cuarto del XIV.

Desde el mismo momento de la inventio, o descubrimiento del edículo apostólico, en el siglo IX, el enorme desarrollo político y socioeconómico de la nueva institución eclesiástica que velaba por el enclave fue imponiendo la conservación, como garante de sus derechos, de todo tipo de documentación: real, pontificia, eclesiástica y civil; una documentación integrada, junto con los volúmenes y códices existentes, en el Tesoro.

Poco a poco, con el paso de los siglos se fue conformando una masa documental que podemos considerar integrada por: documentación en tumbos; documentos sueltos; y posteriormente legajos de época moderna y contemporánea.

Fue el primer obispo y arzobispo de la sede, Diego Gelmírez, hacia el primer tercio del siglo XII, el primero que desarrolló una ordenación mínimamente archivística del conjunto, con una selección de documentación, organización de la misma y copia de nuevos soportes, dando lugar a volúmenes como el Tumbo A (siglos XII-XIII) en su primera fase, cartulario con la documentación regia de los siglos IX-XIII y con una galería de miniaturas de reyes, reinas e infantas de Castilla y León.

Así, se producen los tumbos B y C, con documentación real, pontificia, eclesiástica y civil.

Portada del Códice Calixtino .