Vista la invasión de los persas mandadados por Cosroes II en el 614, los cristianos de Palestina pusieron a salvo el Arca Santa, con el Santo Sudario y otras reliquias, enviándola a Alejandría a través del presbítero Filipo.
[cita requerida] San Isidoro, obispo de Sevilla, consiguió llevar el Arca consigo cuando fue nombrado obispo de Toledo donde en la primera mitad del siglo VIII; en este momento, se hizo una nueva caja (de roble) que sustituyó a la antigua.
Empujada ahora por la invasión musulmana, el Arca fue ocultada durante 80 años en la cueva de Santo Toribio en el monte Monsacro.
Como homenaje a su precioso contenido, la reina Doña Urraca ordenó que se recubriese de plata.
Este recubrimiento tiene una leyenda en la que se relaciona su contenido y la fecha de realización del mismo en el 1113.