Según Casiodoro era de origen ligur,[2] y vivió en la primera mitad del siglo VI.
[5] Su intento, como el anterior de Juvenco, era crear una epopeya cristiana que pudiese compararse a la pagana, para excusar la pobre y sencilla prosa de los Evangelios.
En esencia, el poema encaja más decisivamente en la vertiente didáctica que en la épica, lo que explica los tres comentarios anónimos que se hicieron a esta obra entre los siglos IX y X, y un cuarto obra de Arius Barbosa, en el siglo XIII.
En consecuencia, a menudo brinda extrañas interpretaciones sobre números y nombres.
[6] Sus obras siguieron siendo populares durante la Edad Media, cuando se convirtieron en clásicos cristianos y fueron comentadas, por lo que se han conservado al menos 130 copias manuscritas, divididas en dos ramas en la edición de McKinlay.
Su obra se encuentra en la Patrología Latina de Migne, LXVIII, 63-252.