La apendicitis es la inflamación del apéndice, el cual se encuentra en el ciego (la porción donde comienza el intestino grueso).
En casos sin tratamiento el índice de mortalidad es elevado, principalmente debido a complicaciones como la peritonitis y el shock séptico[1] (en particular cuando el apéndice inflamado se rompe).
Aunque aparece en dibujos anatómicos de Leonardo da Vinci en 1500, no es sino hasta 1524 (Capri) y 1543 (Vesalio) que se describe el apéndice como tal.
Actualmente se denomina hernia de Amyand a aquella que contiene en su interior un apéndice incarcerado.
Recién en 1880 se realizó la primera apendicectomía transabdominal, por parte de Lawson Tait en Londres, que extirpó un apéndice gangrenoso.
Estadísticamente, al 7% de la población se le ha practicado una apendicectomía debida a una apendicitis aguda.
La perforación conduce a una peritonitis y esta aumenta el riesgo de muerte del paciente.
[14] Entre los agentes que pueden causar bloqueo del apéndice se encuentran cuerpos extraños, trauma físico, gusanos intestinales y linfadenitis.
[5] También se ha sugerido que la estasis o parálisis total del flujo fecal juega un papel en la apendicitis, pues se ha demostrado que los pacientes con apendicitis aguda tienen un menor número de movimientos intestinales por semana en comparación con la población control.
[13] Unas horas después desciende hasta localizarse en la fosa ilíaca derecha, en un punto ubicado en la unión del tercio externo con los dos tercios internos de una línea imaginaria entre el ombligo y la espina ilíaca antero-superior, llamado punto de McBurney.
Si la palpación del abdomen produce una rigidez involuntaria, se debe sospechar una peritonitis, que es una emergencia quirúrgica.
También en los ancianos puede ser difícil el diagnóstico por el alto umbral al dolor por parte de éstos, la poca atención que se les da y por otras patologías.
La presión sobre el colon descendente que se refleja en el cuadrante inferior derecho es también una indicación de irritación del peritoneo.
El hemograma con recuento diferencial muestra una leve leucocitosis (10 000–18 000/mm) con predominio de neutrófilos en pacientes con apendicitis aguda no complicada.
Ocasionalmente, sobre todo en niños, el radiólogo experimentado puede notar un fecalito radiopaco en la fosa ilíaca derecha, sugestivo de una apendicitis.
[5] Las ecografías y las ecografías-Doppler también ofrecen información útil para detectar la apendicitis, pero en alrededor del 15 % de los casos, especialmente en aquellos en un estado inicial sin líquido libre intraabdominal, una ecografía de la fosa ilíaca no revelaría nada anormal, aun cursando una apendicitis.
[4] La ecografía es el estudio preferido para valorar las causas ginecológicas del dolor abdominal derecho inferior en mujeres, por sobre la TAC.
[29] Una vez diagnosticada la apendicitis aguda, el paciente debe recibir tratamiento médico y quirúrgico.
Si hay peritonitis generalizada puede requerirse dejar el abdomen abierto para un lavado posterior, y luego procederse al cierre de la cavidad.
[31] La laparoscopia puede presentar ventajas, según estadísticas relativas a distintos subgrupos de pacientes (obesos, sexo femenino y atletas.
Igualmente, no se observaron diferencias en la aparición de otras complicaciones, como abscesos hepáticos.
La apendicitis típica puede devenir rápidamente en peritonitis, aunque en algunas ocasiones se resuelve espontáneamente.
Aún permanece en debate si hay ventajas en una apendicectomía electiva en estos pacientes para prevenir un episodio recurrente.
La mortalidad y las complicaciones severas, aunque infrecuentes, ocurren especialmente si se acompaña con peritonitis, si esta persiste o si la enfermedad toma su curso sin tratamiento.
[35] Algunos grupos especiales como exploradores, submarinistas, astronautas y otros que no tengan acceso fácil a un cirujano, se realizan la apendicectomía profiláctica.