Apellido (guerra)

Antiguamente, en los reinos hispánicos medievales, se llamaba apellido (del bajo latín, apellare, llamar, y appellitum, convocación, llamamiento)[1]​ a la señal que se daba a las gentes de un territorio o a los soldados para aprestarse a tomar las armas en base a la legislación o fueros de cada lugar, bajo penas económicas o punitivas en caso de omisión de tal ayuda.

[4]​ Era un llamamiento hecho por motivo de urgencia a los vecinos para que saliesen a la defensa de la población acometida o para perseguir a los enemigos o gentes comarcanas que hubiesen entrado en su territorio, prendando ganados o causando otros daños.

Así se recogen en las Siete Partidas (Partida II, título XXVI, ley XXIV):[5]​ Así pues, la señal del apellido se hacía por medio de pregones, trompetas, o campanas y para aviso de los vecinos que se hallaban fuera de la villa solían poner hogueras en puntos altos.

Bien el rey, el señor del lugar o un municipio solían ser quienes lanzaban este llamamiento.

Juan de Mariana cita el término en su Historia General de España Se llamaba apellidero al que llamaba y concurría al apellido, tal como se cita en el Fuero de Cáceres: aquellos apellideros que fueren en apellido.