Dado que en aquellos tiempos políticos y sociales las fronteras no estaban del todo delimitadas claramente, los hermanos Saravia tenían vínculos muy estrechos con Río Grande del Sur, entre ellos con los movimientos revolucionarios riograndenses y uruguayos.
En 1875 con dos hermanos suyos, Gumercindo y Antonio “Chiquito”, se embarcó en la Revolución Tricolor, bajo el mando de Ángel Muniz.
Fruto de ese matrimonio nacieron seis hijos varones; Aparicio, Nepomuceno, Villanueva, Ramón, Exaltación y Mauro.
Los hermanos Saravia llevaron desde Uruguay unos 400 lanceros quienes portaban una divisa blanca con el lema "Defensor da lei", la misma que fue utilizada por el general Manuel Oribe durante la batalla de Carpintería, que posteriormente daría nacimiento al Partido Nacional.
En 1895 la revolución terminó de deshilacharse y Aparicio con unos pocos hombres volvió al pago.
[4] En 1895 Aparicio Saravia consiguió ser nombrado referente político de Cerro Largo y viajó a Montevideo.
En noviembre de 1896, mientras se realizaban las elecciones para integrar el Senado que debería elegir sucesor a Idiarte Borda, Aparicio Saravia promovió un movimiento revolucionario; pero cuando el presidente Idiarte Borda movilizó las fuerzas gubernamentales, los revolucionarios optaron por dispersarse.
Su elección se dio de la siguiente manera: el Partido Nacional pensaba otorgar su apoyo al Dr.
Esta situación llevará a la expulsión de Eduardo Acevedo Díaz del Partido Blanco.
Este hecho fue tomado por Saravia, como una nueva violación al Pacto de la Cruz, desencadenándose una guerra civil.
Entretanto, los revolucionarios procuraban que los gubernamentales consumieran sus municiones, para atacarlos más tarde.
Aparicio había planificado separar a los ejércitos colorados de Vázquez y el general Pablo Galarza.
Sin embargo, el hijo del general Basilio Muñoz asegura que la historia es otra:
Se trataba de una actitud sumamente arriesgada, porque estaba al alcance del fuego enemigo; y así ocurrió que fue gravemente herido por una bala que le atravesó el vientre de izquierda a derecha, lesionándole los riñones e intestinos.
Francisco Trotta logra sacarlo y atender sus heridas -todavía en pie- "trataba de sonreír, pero perdía mucha sangre".
A su vez, fue el último gran caudillo, ya que tras su muerte, aquella vieja forma de hacer política encontraba, también, su fin.
Principalmente, por las garantías institucionales que se lograron, según sus partidarios, gracias a los enfrentamientos de Aparicio Saravia.