Antonio Mederos Sosa

Remedios Sosa no tenía hijos y cuidó de sus sobrinos como suyos, dándoles a los tres estudios de Magisterio.

Antonio Mederos Sosa murió en 1995, después de una vida dedicada a sus clases, a su gran familia, y a sus aficiones: la música, el coleccionismo, los paseos por el campo y el fútbol.

Su vida estuvo dedicada a la docencia, desde sus comienzos en 1929 como maestro en Valle Gran Rey, en la isla de La Gomera.

Fue también maestro en Arafo —donde ejerció como alcalde durante la Segunda República—, en Candelaria y en Tacoronte.

A lo largo de su carrera docente apoyó con entusiasmo la creación y actividad de agrupaciones musicales y grupos teatrales en los centros en los que trabajó, dejando huella en varias generaciones de estudiantes.