Deriva de Antonius (en latín), que era interpretado como «aquel que se enfrenta a sus adversarios» o «valiente», aunque de probable origen griego y significado desconocido.
Desde el Renacimento se le atribuyó un origen griego, posiblemente erróneo, debido a su semejanza con el sustantivo «άνθος» (anthos) que significa «flor».
Esto llevó a pensar erróneamente que su etimología era «aquel que florece» o «florecido en gloria» o «digno de alabanza».
Si nos atenemos al origen etrusco (latino), no se debe olvidar que los griegos fueron preceptores de estos pueblos en sentido cultural.
Algunos hipocorísticos de este nombre, no necesariamente conocidos en todas las regiones hispanohablantes son: Anchón, Anchoño, Anto, Antón, Antonini, Antonino, Antoñín, Antoñito, Antoñiyo, Antoño, Antuco, Ato, Choño, Mame, Moño, Nino, Noni, Nono, Tano, Tanos, Tanus, Toito, Tonete, Tonini, Tonino, Toni, Toniet, Toniño, Tonio, Tono, Tony, Toñale, Toñeque, Toñeras, Toñete, Toñín, Toñis, Toñilas, Toñito, Toño, Toñón, Toñazo, Toñuco, Toto, Zoni, Tonet, Trono, Tuco, Tuquito, Ton.