En 1941 fue nombrado director musical del New American Ballet Theater, cargo en el que permaneció durante cuatro años.
En 1960 Doráti acabó su compromiso en Mineápolis y retornó a Europa para estudiar música barroca, al tiempo que dirigía en los principales coliseos operísticos europeos.
Sus ejecuciones eran claras y muy acentuadas en el aspecto rítmico, con lo que lograba una destacable claridad sonora.
No tenía una expresividad muy marcada en el podio, con una puntuación parca y funcional, que le hizo aparecer como un maestro serio pero enérgico.
Hizo interpretaciones apreciables de Beethoven y Brahms aunque siempre volvió a Haydn, su compositor predilecto.
También sacó tiempo para la composición y para el desarrollo de otras inquietudes artísticas como la pintura o la literatura.
Estas interpretaciones, apoyadas sobre la reedición de las partituras llevada a cabo por Robbins-Landon, no sólo fueron un importante logro cuantitativo, sino que también tuvieron el mérito de presentar a la fase inicial del Clasicismo con todos sus rasgos tempestuosos y formales y Haydn, un compositor que se fue apartando del entretenimiento de la nobleza y que contribuyó decisivamente a conformar la conciencia musical de una burguesía cada vez más poderosa, sonó preciso y a la vez profundo con ese perceptible acento húngaro brindado por Doráti.
[2] Entre sus otras grabaciones pueden destacarse las siguientes: El compositor Allan Pettersson le dedicó su Sinfonía n.º 7.
El concurso se llevará a cabo en Budapest en la Sala de Conciertos “G.