Durante los años treinta, se realizaron esfuerzos experimentales para lanzar tanques en paracaídas o simplemente dejarlos caer en el agua.
Los planeadores permiten que las tripulaciones lleguen a la zona de lanzamiento/aterrizaje junto con sus vehículos.
Por ello, la Fuerza Aérea soviética le encargó a Oleg Antónov que diseñase un planeador para descargar tanques.
[2] En 1942 se convirtió un T-60 en un planeador, con la intención de que lo remolcase un Petliakov Pe-8 o un Túpolev TB-3.
Aun con estas modificaciones, el bombardero TB-3 tuvo que soltar el planeador durante su único vuelo, el 2 de septiembre de 1942, para evitar estrellarse, debido a la extrema resistencia del T-60 (aunque el tanque supuestamente planeaba sin problemas).