Antálcidas

Antálcidas, hábil diplomático y estratega, a la vez que enemigo declarado del rey Agesilao, a quien seguramente los persas no querrían ver aparecer por Asia ni siquiera en misión diplomática, será el encargado de conducir las negociaciones por parte espartana.

Nuestra única y subjetiva fuente para este encuentro lo constituye el discurso Sobre la paz con los lacedemonios del orador Andócides, miembro de la misión diplomática ateniense que defendió posteriormente la opción de la paz ante un pueblo que, por ello mismo, condenó a todos sus integrantes al exilio.

Restaurada la influencia ateniense en Tracia, Trasíbulo puso proa a Bizancio y Calcedonia, a las que hizo aliadas y arrendatarias de una tasa del 5 % que Atenas impuso sobre el tráfico de mercancías en el estrecho del Bósforo.

Los argivos se sumaron pronto a la paz, cansados como estaban de ver invadido periódicamente su territorio por los lacedemonios.

No así los tebanos, que pretendían jurar en nombre de todos los beocios, ni los corintios que se resistían a despedir a la guarnición argiva instalada en su ciudad.