Repartidos en varios monasterios suabios, los anales continuaron de forma independiente en varios lugares, en la abadía de Reichenau hasta 939 (continuados por Hermann von Reichenau) y en la abadía de San Galo hasta 926, continuándose hasta el siglo XI con los Annales Sangallenses maiores.
Estos anales proporcionan uno de los más tempranos registros disponibles de la Europa medieval.
[1] Se destacan además por su estilo narrativo conciso, breve y directo, por eso muchos estudiodos actuales los consideran incompletos, de valor limitado.
Empero, en años recientes, historiadores como Hayden White han argüido que a pesar del estilo de estas crónicas, dan información de una era en la que "las cosas les pasaban a las personas en vez de que las personas hicieran cosas."
Por esa razón, penetran en la mentalidad medieval y en lo que la gente de una época obscura consideraba importante.