La exposición que llevó a cabo en São Paulo en 1917-1918 fue en su momento muy controversial ya que tanto por el estilo como por los temas abordados resultó revolucionaria para las expectativas artísticas de los brasileños.
A pesar de haber seleccionado cuidadosamente sus obras, omitiendo aquellas que podrían haber resultado demasiado chocantes (entre ellas varios desnudos), fue duramente criticada por sus innovaciones, que se consideraron completamente ajenas a la tradición brasileña.
En 1923, becada por el Pensionado Artístico del Estado de São Paulo, viajó a París, donde coincidió con Tarsila y Oswald, así como con Victor Brecheret, Paulo Prado y Emiliano Di Cavalcanti.
En 1928 regresó a São Paulo, y participó en las actividades del grupo modernista.
Durante la década de 1940, pintó sobre todo retratos, flores, paisajes y escenas populares.