La preponderancia a fines del siglo XIX del movimiento nihilista y el anarcocomunismo en Rusia, que tiene una extensa frontera con China, fue la mayor fuente de influencias anarquistas sobre el movimiento nacionalista chino.
Debido a la ausencia de material literario en idioma chino, esta influencia resultó bastante limitada.
La primera presencia anarquista explícita y reconocible se originó en Francia y Japón, con los estudiantes chinos de familias adineradas que cursaban en el extranjero que se establecieron en esos países luego de la Rebelión Boxer.
También reconocía que el pensamiento tradicional chino ejercía influencia sobre ellos Sin embargo, la tendencia más manifiesta dentro del grupo parisino era la de rechazar o incluso oponerse activamente a cualquier asociación entre el anarquismo y la cultura tradicional.
El conflicto era esencialmente sobre los valores, prioridades, y (por implicación) los métodos para alcanzar la revolución que tanto deseaban.
Su retórica y su contenido serían eventualmente utilizados por Mao para justificar la Revolución Cultural.
Como un lector nacionalista escribió en una carta al Hsin Shih-chi, un periódico anarquista publicado por el grupo de París: Los nacionalistas también sostenían que sólo mediante la construcción de un frente popular podría el movimiento nacionalista derrotar a los manchúes y a la dinastía Qing, y que en el largo plazo si hubiera alguna posibilidad de que el anarquismo tuviera éxito debía ser necesariamente precedido por un sistema republicano que asegurase a China.
Por lo tanto, los imperialistas extranjeros estarían demasiado preocupados con las revoluciones en sus países de origen para invadir o acosar a China.
Sostuvieron también que el tener un fuerte gobierno centralizado coercitivo no había impedido a los enemigos de China atacarla en el pasado, y que a largo plazo la tiranía es tiranía, independientemente de si es nativa o extranjera.
Por lo tanto, el único enfoque lógico para un pueblo que quiere la libertad debería ser oponerse a toda autoridad ya sea manchú, Han, extranjera o nativa.
Las personas que fundaron ese grupo habían salido del movimiento nacionalista y quedaron fuertemente ligados a éste por una estrecha red de amistades personales.
Ese mismo año, Jing Meijiu y Zhang Ji (otro anarquista afiliado al grupo de Tokio) serían elegidos para el parlamento republicano.
Como contrapunto a esa colaboración, sin embargo, hay evidencia de que muchos otros anarquistas podrían haberse unido al nuevo gobierno nacionalista y ganar posiciones de poder y privilegio, pero que se negaron a hacerlo para no contradecir sus principios.
Estos hombres se consideraban anarquistas porque estaban trabajando para la supresión a largo plazo del capitalismo, el Estado, y la autoridad coercitiva en general.
En su visión, el anarquismo era un objetivo a muy largo plazo y no algo que esperaban ver realizado durante sus vidas.
Este decreto limitó fuertemente (pero no eliminó) el flujo de trabajadores chinos hacia y desde los Estados Unidos .
En los Estados Unidos, los anarquistas habían sido casi los únicos en el movimiento obrero en oposición explícita al racismo contra los trabajadores asiáticos y mexicanos, y cuando Emma Goldman habló en un mitin en San Francisco en la década de 1890 asistieron varios miles de trabajadores chinos.
Además, desde 1908 en adelante, muchos millares de trabajadores chinos en América del Norte - particularmente aquellos que trabajan en California y el Pacífico-Noroeste - se convirtieron en miembros de la Industrial Workers of the World (IWW).
Otras fuentes de fricción que tenía que ver con el interés del SSC en desarrollar la revolución en China en primer lugar, y en la utilización de cargos electorales como una herramienta para lograrlo -ambas desviaciones importantes del anarquismo clásico.
Liu Shifu, quien llegaría a ser una de las figuras más importantes en el movimiento anarquista en la China continental fundó un grupo en Guangzhou un poco después durante ese mismo año, con un programa explícitamente anarquista-comunista.
Shifu los criticó por mantener el nombre de "socialistas", pero su plataforma fue claramente anarquista, tanto es así que los dos grupos generalmente se consideraban entre sí como camaradas.
Fueron los anarquistas quienes primero señalaron el rol fundamental que los campesinos debían desempeñar en cualquier intento revolucionario serio en China, y los anarquistas fueron los primeros en tomar parte en cualquier ensayo serio de organizarlos.
Los Socialistas Puros, también estuvieron muy comprometidos, pero debido a que eran tanto budistas como anarquistas, estaban más interesados en promover la virtud y menos enfocados en la revolución inmediata.
En 1912, los miembros del grupo de París que habían regresado a China establecieron la "Sociedad Promotora de la virtud", cuya dirigencia incluía anarquistas prominentes como Li Shezeng y nacionalistas, como Wang Jiangwei.
Esta fue sin duda una posición minoritaria en términos del movimiento anarquista global, que en su gran mayoría mantuvo una postura antibelicista.
Las cartas dirigidas a Sun Yet Sen y a los nacionalistas tenían por objeto exponer las ambigüedades de la utilización que hacían de la palabra "socialismo" para describir sus objetivos, que claramente no eran socialistas según cualquier definición contemporánea.
El ataque a los Socialistas Puros fue, con mucho, el más suave, siendo la crítica principal que si ellos se consideraban verdaderamente anarquistas, entonces deberían llaman a sí mismos anarquistas y no socialistas.
También apuntaron específicamente a aquellos países con movimientos revolucionarios ya constituidos, entre los que se hallaba China.
A medida que el movimiento anarquista disminuyó rápidamente, su situación se hizo cada vez más desesperada.
Había sido aceptable para los anarquistas el utilizar fondos del gobierno para promover el anarquismo tal como lo habían hecho en Francia, pero cuando empezaron a hacerlo en su propio país, sus "aliados" no estaban en absoluto jubilosos.