Ana Monteagudo Ponce de León
Los padres trataron de disuadirla y le ofrecieron joyas, aunque ella rechazó cada oferta.[1] El rey Felipe IV de España, quien también era un dominico secular, se apareció a Monteagudo después de su muerte en 1665 y le pidió su intercesión, mientras que más tarde le reveló que había entrado en el cielo tres días después de su muerte gracias a sus oraciones.[4] La monja murió en 1686 y sus restos fueron enterrados en el monasterio donde residió la mayor parte de su vida.La última década la vio luchar con una enfermedad que la había dejado ciega y frágil.El actual postulador de la causa es el sacerdote dominico Vito Tomás Gómez García.