Ana Joaquina dos Santos e Silva

Ana Joaquina dos Santos e Silva era miembro de la clase privilegiada, rica y educada afro-portuguesa que tenía una posición principal dentro de la comunidad mercantil portuguesa de Luanda, donde los europeos blancos consistían en tan solo unas mil personas en aquel momento.

La trata de esclavos había sido formalmente prohibida en 1836, pero continuaba en práctica clandestinamente en Angola, donde la economía estaba dominada por ella.

Ana Joaquina poseía varias grandes plantaciones de azúcar y café, y una residencia palaciega de tres pisos en Luanda, que más tarde sería convertida en museo y sede del tribunal provincial de Luanda, donde era conocida como la "Baronesa de Bungo" por ser este el barrio donde se ubica.

[2]​ Dos veces viuda, su hija única se casó con un destacado miembro de la aristocracia criolla luandesa.

Cuando Brasil prohibió el comercio de esclavos en 1850 y el comercio se suspendió en la práctica, se estableció como banquera exitosa, inversora y financiera de comerciantes, autoridades y negocios de transporte.