Son parecidas a las mujeres, aunque su naturaleza es menos corpórea, más leve: pueden aparecer y desaparecer de la vista como por ensalmo.
Unos las han espiado en pleno mediodía, otros al amanecer, con las primeras luces, surgiendo del agua como sombras resplandecientes.
Pero si le descubren en el intento, será convertido en piedra o encerrado en sus mansiones subterráneas hasta el fin de sus días.
Por ejemplo, acostumbran a velar por los recién nacidos, a los que eligen con el fin de convertirlos en héroes para su pueblo, pero en no pocas ocasiones esa educación no es precisamente discreta, sino que los secuestran y se los llevan para "educarlos mejor".
Tienen poderes que les permiten curar enfermedades, pero también causarlas, así como ahogar y desorientar.
El día en que el marido voluntariamente o por descuido rompe el tabú, la aloja desaparece de su vida.