Su madre ostentó una importante suma de títulos nobiliarios, pero decidió repartir sus posesiones, unas en testamento y otras en vida, siguiendo con las políticas hereditarias que se habían practicado en la última sucesión, en las que no heredaba el mayor de los varones todos los bienes de la familia en función de mayorazgo, sino que los títulos junto a sus posesiones se repartían a gusto de su propietario entre varios de los hijos.
Esta política sucesoria, practicada por José Casimiro Manuel de Villena y Bambalere fue seguida por María Isabel Manuel de Villena y Álvarez de las Asturias, hecho que llevó a Alfonso a ser portador de alguno de los títulos de su madre, que en otras circunstancias hubiese tenido muy difícil por no ser el primogénito y habiendo tenido descendencia éste.
Pero también llevó a la disgregación del poderío del marqués de Rafal, que en los últimos años había ido acrecentándose hasta alcanzar altísimos niveles de riqueza y posesiones, debido a la adquisición de nuevos títulos, bien por herencias, o por concesión de los monarcas, y que siempre iban acompañados de más riquezas y de nuevas tierras.
En su bautizo tuvo como padrinos al rey de España Alfonso XII y a la hermana del monarca, la princesa de Asturias Isabel de Borbón y Borbón.
Arturo fallecería en 1907 sin haber podido tomar posesión del condado de Vía Manuel.