Alfleda fue consagrada a la religión desde pequeña y vivió en la abadía de Whitby toda su vida, convirtiéndose finalmente en abadesa del monasterio.
No era inusual en el siglo XII que las mujeres de familias reales se convirtieran en monjas; incluso a veces las reinas lo hacían al enviudar como lo hizo su madre Enfleda.
Cuando Alfleda contaba apenas un año, su padre se vio obligado a enfrentarse al poderoso Penda de Mercia que había reunido un potente ejército para atacar Northumbria.
Cuando Hilda abandonó Hartlepool poco después para fundar la abadía de Whitby, se llevó a Alfleda con ella.
Según la Vida de San Cuthbert, Alfleda estaba preocupada por la cuestión sucesoria durante el reinado de su hermano Egfrith, ya que éste no tenía herederos directos y esto podría crear desórdenes y luchas en el reino, por lo que convoca al santo para hablar del tema.