Es el único ejemplo de un alfabeto latino utilizado oficialmente para escribir una lengua semítica.
Por ello, contiene, además de las letras del alfabeto latino, letras diacríticas que lo enriquecen, con el fin de expresar lo más correctamente posible los fonemas, los sonidos y las entonaciones semíticas.
Este alfabeto se encontró con numerosas dificultades: del orden técnico, para adaptar el alfabeto latino a una lengua semítica; del orden político, porque sobre este terreno de la escritura se enfrentaban los independentistas malteses, los partidarios del irredentismo italiano y los ocupantes ingleses; y finalmente, las religiones y las tradiciones, se oponían también sobre este asunto, no queriendo reconocer el origen árabe de la lengua.
De hecho, la transición del sículo-árabe al maltés, el idioma hablado y el escrito, seguirán en el archipiélago maltés una evolución paralela a la ocurrida en Sicilia, yendo esta, sin embargo, del sículo-árabe al siciliano.
Al no estar adaptado el alfabeto, esta transcripción era aleatoria, y en muchas ocasiones a un fonema maltés le correspondían varios diferentes sicilianos.