Su trabajo escultórico más destacado se refiere a esculturas de niños.
Durante la Primera Guerra Mundial, la firma de moda parisina de Jeanne Margaine-LaCroix le convenció para fabricar cien muñecas que posteriormente vestiría con ropa a medida.
[1][3] Estas muñecas se presentaron en París en 1915 y en muchos casos, estaban vestidas con trajes regionales franceses.
Tuvieron bastante éxito, mostrándose como una respuesta patriótica a las conocidas muñecas alemanas de la época.
Actualmente son unas muñecas muy valoradas por los coleccionistas por las que han llegado a pagarse hasta 300.000 dólares.