La obra fue realizada por un ingeniero militar (como la mayoría de las más importantes llevadas a cabo en Canarias en el siglo XVIII), Amat de Tortosa.
Su nombre oficial fue perdiendo peso entre los vecinos de la capital, conociéndose durante muchos años como Alameda del Muelle o Alameda de la Marina e incluso como Los Paragüitas, cuando allí se instalaron paraguas para evitar que el sol molestara a los ciudadanos que acudían a pasear.
La construcción de la Plaza del Príncipe en el siglo siguiente la dejó obsoleta, estando a punto de desaparecer en diversas ocasiones.
La vegetación estaba constituida, en su mayoría, por plátanos del Líbano y algunos tamarindos.
[2] La cercanía del mar hizo morir a la vegetación del recinto, una situación que terminó gracias a la ampliación de la zona portuaria y la superficie de suelo que Santa Cruz consiguió arrebatarle al océano Atlántico.