Hay quien en ella busca los íntimos paseos por donde caminar lentamente, la inconmensurable belleza de La Rosaleda, el delicioso alto del parque en el que se encuentra una verde pradera, las cafeterías para reponer fuerzas, fuentes de agua cristalina, farolas que iluminan las noches de tranquilidad soriana o cómodos bancos que invitan al descanso.
[1] Por lo tanto su uso en origen fue el de dehesa boyal de pasto, uso que aún se le daría, al menos en parte, hasta el primer tercio del siglo XX.
Situados en la parte más baja, los actuales paseos y jardines fueron diseñados a mediados del siglo XX aunque en los planos de la ciudad realizados a mediados del siglo XIX ya se observa la disposición de parterres y paseos.
Esta zona se encuentra delimitada en todo su perímetro por una verja construida en piedra arenisca cerrada por forjados ornamentales realizada hacia 1958.
La Fuente de los Tres Caños es la más antigua y fue realizada en 1908 para canalizar un manantial.
Entre las fuentes ornamenatles encontramos la Fuente del Niño, que anteriormente se conocía como Fuente del Niño del Cisne debido al anterior surtidor y que no tiene gran valor aunque conforma un bello conjunto con su estanque y la Fuente de la Dama realizada en los años 90 y que sustituyó a otra anterior, formada por una fundición femenina que vierte el agua a un estanque semicircular.
Este árbol murió por grafiosis, y fue talado en 1988 retirando el curioso templete.
Curioso es así mismo el palomar en forma de hórreo sobre cuatro pilastras rehabilitado hace unos años, elemento tradicional en la mayoría de los parques urbanos y que fue construido en 1931 aunque existió otro anterior.
El parque alberga también una cuidada rosaleda dispuesta con perfecta simetría en torno a un paseo central y dos laterales.
En la parte más alta de la Alameda se encuentra una verde pradera rodeada por un tupido pinarcillo.
En 1936 se colocó la Fuente de los Leones trasladada desde la Plaza Mayor y finalmente en 1954 se instaló el Monumento a los Caídos presidiendo la pradera en su parte más alta hasta que en noviembre de 2003, el Ayuntamiento de Soria, entonces gobernado por Encarnación Redondo, procedió a la demolición del monumento.
El domingo siguiente al día de San Juan, las cuadrillas del común divididas en dieciséis barrios, cada cual con su santo titular acudían, una vez acabada la solemne misa en honor a Nuestra Señora la Virgen de la Blanca en su iglesia del Priorato de San Benito, a la Dehesa de San Andrés donde se tenían ya cocidos en calderas trozos de toro y otras viandas como pan y vino que se daban a todos los vecinos asistentes, a los pobres y a los forasteros.
Hoy tiene el sol más destellos y a su luz nuestra Alameda muestra toda la hermosura de una inmensa Rosaleda, pues con sus lindos vestidos de caprichosos colores dan nuestras bellas mujeres envidia a las propias flores.