Autores como Audesirk y Byers (2004, p. 275) recogen la idea de que los aislamientos geográficos son una fuente de biodiversidad, al constituir un estímulo para que los grupos se aíslen reproductivamente, llegados a este extremo el grupo es considerado una especie nueva.
Sin embargo, el número mínimo de parejas y la extensión que necesitan para vivir puede variar con las especies.
Entre los mamíferos suele considerarse imprescindible una cantidad no inferior a treinta individuos, veinte contando con suerte.
Con las mismas protección deben contar los trenes de accidentes mucho mayores, por ejemplo el coyote supera ríos caudalosos, cadenas montañosas o cañones, puntualizan Campbell, Mitchell y Reece (2001, p. 286).
Los primeros pueden recortar tanto el hábitat que los seres vivos no son capaces de conseguir los recursos suficientes.
[5] Posteriormente se ha descubierto la capacidad de las poblaciones pequeñas para diversificarse con más facilidad que las grandes.