Se unió a la francmasonería con el objetivo de promover los derechos humanos.
También destaca la necesidad de cuidar especialmente a los amigos por ser lo más valioso y critica en un capítulo dedicado al trato con artistas y académicos el denigrante espectáculo que se observa a veces entre sabios que se pelean en público como mendigos.
[1] El trabajo es más un tratado sociológico y filosófico sobre las bases de las relaciones humanas que una guía sobre la etiqueta.
Considera que debe tenerse máxima precaución en el trato y esforzarse por vigilarse a sí mismo, empezando por no descuidar la higiene del cuerpo.
El tratado escrito en el siglo XVIII no escapa a la desigualdad en las relaciones que actualmente, según los historiadores, podrían considerarse como actitudes machistas como la recomendación de "pequeñas ausencias de viaje y negocios" para oxigenar la relación.
Igualmente -dice- deberemos ser cautos con las mujeres coquetas que se dedican a jugar con los sentimientos de un hombre honesto.
[1] El escritor pide que no se le considere en ningún caso un difamador del sexo femenino.
Lo más importante para gustar a las mujeres, cree Knigge es mostrar una capa de ternura que no puede confundirse con una debilidad afeminada.
El autor Le Forestier asegura que Knigge dijo: “El respeto que la orden manifestaba al cristianismo en algunos de sus grados era únicamente un engaño para despejar las sospechas de quien aún tenía fe y conducirlo con mayor suavidad a abandonarla".