Aunque aplicaba la disciplina con rigor, se hizo popular entre los soldados, que le llamaban général moustache.
En 1793 pasó a comandar los ejércitos del Norte y de las Ardenas.
Durante el invierno un ejército prusiano le obligó a evacuar Fráncfort del Meno, cruzar de vuelta el Rin y retirarse hasta Landau.
Le defendió Robespierre y volvió a ser destinado al ejército del Norte.
A su vuelta no realizó ofensiva alguna ni hizo nada por salvar Condé, que los austríacos habían sitiado.