Aprendió a pintar miniaturas con François-Elie Vincent y óleo con su hijo François-André.
[6]Las pinturas de Labille-Guiard y Vigée-Le Brun a menudo fueron comparadas por los críticos, siendo las opiniones más favorables, usualmente, a Vigée-Le Brun.
En 1795 obtuvo acomodo como artista en el Louvre y una nueva pensión de 2000 libras.
La rivalidad entre Adélaïde y Élisabeth Vigée-Lebrun es frecuentemente evocada como un ejemplo emblemático de las tensiones que enfrentaron las mujeres artistas en un mundo dominado por hombres de aquella época.
Sin embargo, esta rivalidad ha sido catalogada también como una construcción social, promovida por la prensa y el público de la época más que por animosidad real entre las dos mujeres.