Pese a las dificultades, las obras fueron a un buen ritmo y en 1552 ya se había completado el tramo existente entre la Peña del Macho y el Carrel.
Para salvar el barranco que delimitaba por el Noreste la Ciudad, último gran obstáculo orográfico, Bedel diseñó Los Arcos, estructura que da nombre a toda la Traída.
Una vez concluidos Los Arcos en 1554, el siguiente paso fue solventar la complicada distribución del agua en una ciudad ya edificada y con significativas irregularidades topográficas.
Fuera del casco histórico, las aguas de la Traída también llegaron al Arrabal, si bien la información disponible sobre este ramal es sumamente escasa.
Además, los costes económicos de la construcción obligaron a imponer nuevas tasas municipales que se mantuvieron al menos hasta 1585.