La epístola o discurso A Diogneto (Ἐπιστολὴ πρὸς Διόγνητον; en latín, Epistula ad Diognetum) es una obra de la apologética cristiana, escrita, quizás, en las postrimerías del siglo II.[3] Es singular por su catalogación, por su origen incierto, por su chocante descubrimiento, por la fatídica destrucción[4] del único códice que la contenía.[19] Tampoco en las fuentes griegas, judías, gnósticas o en cualquier otro lugar se ha encontrado indicio alguno de su paso por la historia.Este corpus apologético griego se conoce hoy como el Codex Argentoratensis Graecus 9.[61] La segunda copia fue realizada por un impresor francés llamado Henri Estienne,[62] que la utilizó para preparar en 1592[63][64] la editio princeps de la obra.[76] El desconocimiento del cristianismo daba lugar a tergiversaciones y acusaciones infundadas[77] para los que la condena oficial proveía un instrumento legal de represión.Hasta entonces la literatura cristiana estaba formada por los libros del futuro Nuevo Testamento y los escritos de los llamados Padres Apostólicos.Todas estas obras estaban dirigidas a un público cristiano y exhibían una marcada intención doctrinal.[81] En los siglos siguientes, dichas obras se agruparon y transmitieron juntas formando el grupo de los llamados apologistas griegos.El autor de la Epístola a Diogneto también es un apologista, también escribió en griego y también es del siglo II.A pesar de eso, no se le cuenta entre los apologistas griegos sino entre los Padres Apostólicos, inclusión poco coherente.[90][91][92][93] Autores como H.G Meecham[94] y Charles Nielsen[95] proponen para el documento una fecha anterior al marcionismo, pues no se observa en él ningún indicio de debate sobre la importancia del Antiguo Testamento ni tampoco conocimiento del dualismo marcionita, cuestiones que caracterizan a toda la literatura post-Marción, autores como Cyril Richardson, L. W. Barnard, M. G. Mara y H. E.Lona no están de acuerdo con el primer indicio, aunque mantienen una fecha anterior al marcionismo.[96][97][98][99][100] Otro tema central en la epístola es la disparidad doctrinal que existe entre los capítulos 1-10 y 11-12, Nielsen[101] propone que los capítulos 1-10 se redactaron antes de Marción (144 d. C.) y tienen una doctrina muy afín a aquel quien sería el futuro maestro del Ponto.La apología que Cuadrato dirigió al emperador Adriano se ha perdido completamente excepto un pequeño fragmento transcrito por Eusebio de Cesarea en su Historia eclesiástica.Esa breve transcripción se conoce hoy como el fragmento de Cuadrato: En 1946, acabada la Segunda Guerra Mundial, Dom Paul Andriessen profundizó la hipótesis de Cuadrato y dio forma a una inesperada e ingeniosa teoría.A falta de más datos sobre el autor, también se ha intentado identificar al destinatario.Otra hipótesis que se ha formulado es la de Diogneto, tutor del emperador Marco Aurelio.[116] Una cuarta vía ha sido intentar datar la epístola atendiendo a ciertos caracteres que se desprenden de la lectura del texto.Aquí también es evidente la interrupción del discurso, que se reanuda en el siguiente capítulo diciendo:[131] La opinión de una autoría distinta para el epílogo se mantuvo sin discusión durante las primeras décadas del siglo XX y solo después de la Segunda Guerra Mundial se hicieron serios esfuerzos por defender la unidad del escrito.Marrou, M. G. Mara, S. Zincone o M. Rizzi utilizaron diferentes metodologías para sacar partido de las similitudes que existen.[142] Estas críticas eran frecuentes no ya entre los cristianos, sino entre los mismos judíos (Baruc 6)[143] y los paganos.Estos cuatro puntos: alimentación, sábado, circuncisión y ayunos/novilunios[149] son criticados en los siguientes términos: Sobre la alimentación afirma el autor que es injusto considerar puras a unas criaturas e impuras a otras cuando todas vienen de Dios (Dg.[150] A continuación el autor emprende la defensa del cristianismo, que es presentado como una carta de ciudadanía divina.Todo ello da lugar a una exposición cristológica en la que Cristo es presentado como «Artífice y Demiurgo del universo» (Dg.Está formado por dos capítulos que parecen orientados a su lectura en el seno de alguna comunidad.11.6) como receptora de la gracia divina,[163] cuando anteriormente, el cristianismo había sido presentado sin considerar su jerarquía.Según él, la corrupción de la naturaleza humana no se debió al conocimiento adquirido sino a su adquisición en condiciones irregulares.[168] La virginidad de Eva podría tener relación con la Virgen María ya que en la literatura cristiana primitiva, María era vista como una segunda Eva[169] o segunda madre de la humanidad, no corrompida por el Pecado original.
Miniatura del siglo
XIV
, representando una escena cotidiana.
Itinerario del Codex Graecus 9 y de las copias de
Leiden
y
Tubinga
.