En 1819 emigró a Estados Unidos con sus padres y continuó trabajando como grabador.
[2] Dos años después se trasladó a Catskill, en el estado de Nueva York, sobre el río Hudson.
[4] Cole tomaba apuntes al aire libre y luego elaboraba sus obras en el taller.
Concebía el paisaje como un escenario de contenido simbólico, que expresaba ideas espirituales y filosóficas, en consonancia con el paisajismo de corte romántico que se practicaba por entonces en Europa.
Fue en este viaje donde comenzó sus obras de sentido histórico o alegórico, como sus series El curso del imperio (1836, New York Historical Society) y El viaje de la vida (1840, Munson-William-Proctor Institute, Utica).