En estas materias la comunidad budista suele intentar dilucidar los episodios históricos que narran situaciones similares sucedidos en la vida de Buda Gautama.
Un comentarista muy referenciado en todas las tradiciones a la hora de discutir este tema es el erudito indio Buddhaghosa (350 d. C.).
Buddhaghosa es un autor importante por la cantidad de tópicos que asume, aunque es muy discutido por sus posiciones en gran parte herederas del brahmanismo hindú.
La amplitud de temas en donde la ética es importante para el budismo puede ser tan grande como su propia doctrina.
A diferencia de una regla impuesta por una autoridad, un precepto se usa como base para la ética personal.
Buda reconoce que no todo el mundo podrá abandonar su vida cotidiana para formar parte del Sangha.
También aceptaba a los seguidores laicos (Upasaka) que creían en sus enseñanzas pero no seguían estrictamente las reglas del Sangha.
Como guía de comportamiento de cada día, el Buda prescribió cinco preceptos o reglas: Este se refiere a no quitarle la vida a seres sintientes, como seres humanos y animales.
Por ejemplo, el partido budista de Sri Lanka tiene entre sus objetivos políticos la prohibición del alcohol.
En el mahāyāna encontramos la más moderna figura del sacerdote en China y especialmente en Japón.
Del mismo modo, en el budismo Vajrayana de los himalayas, aquellos lamas que no han sido ordenados como monjes pueden casarse y tener hijos.
En cuanto a los laicos, Buddhaghosa aclara el tercer precepto para hacer hincapié en que se refiere al adulterio, la promiscuidad, la violación, la pedofilia, parafilias y en general cualquier conducta sexual que conlleve la experiencia de Duḥkha para la persona o para terceros.
Por ejemplo, salvo que se sea un monje, la abstinencia sexual y la represión puede ser física y psicológicamente dañina para una persona; de igual manera que el otro extremo, como una promiscuidad desmedida (que puede acarrear peligros para la salud física como el contagio de enfermedades, así como posibles repercusiones psicológicas), sería considerada dañina.
De manera general en Asia se ha considerado desde tiempos antiguos al sexo como una función necesaria para mantener el equilibrio entre el cuerpo y la mente, idea a menudo reforzada por las medicinas tradicionales como la India o la China.
Buda específicamente estableció[4] como incorrecto para los laicos sostener relaciones sexuales en condición de adulterio, con mujeres que estén “bajo el cuidado de sus padres, hermanos, hermanas u otros encargados”, con mujeres prisioneras, casadas o comprometidas.
Queda claro que el adulterio es dañino ya que lastima a la persona engañada e implica mentir y engañar (no así el poliamor, lo cual estaría sujeto a debate dentro de la comunidad budista).
[5] Respecto a la homosexualidad, ésta fue aceptada por el propio Buda Gautama al permitir en vida la ordenación de monjes homosexuales[cita requerida] excepto en el caso particular de aquellas personas llamadas entonces pandakas.
Estos están caracterizados[6] como personas poseídas en alto grado por pasiones sexuales (ussanakilesa), por una lujuria irrefenable (avapasantaparilaha), esencialmente dominados por su libido (parilahavegabhibhuta,) por el deseo de conseguir prostitutas (vesiya) o parejas muy jóvenes (thulakumarika).
Desafortundamente, este terreno ha sido a veces presa fácil para manipulaciones y escándalos de gente sin escrúpulos.
[11] Actualmente, todo buen centro y maestro de budismo Vajrayana enseña prácticas en donde el contacto físico no es en absoluto necesario.
Aunque no se toma como una causa a largo plazo de la disminución del Budismo en la India.
Esta situación se repite en casi todos los países en donde el budismo coexiste con otras religiones.
Últimamente han aparecido ceremonias de casamiento celebradas por algún sacerdote perteneciente a escuelas japonesas y en donde esta costumbre ha sido absorbida por influencia cristiana en ciertos lugares, como ocurre en las islas Hawaii.
Así lo han señalado los propios monjes en el debate público en estos países,[14] si bien las resistencias de la tradición social pueden aparecer también con formas religiosas.
Una solución frecuente y un tanto conciliadora es defender el aborto en ciertos casos (peligro para la madre, malformaciones, etc.).
Las posiciones más tradicionales hablan directamente de evitar el aborto a toda costa.
En la práctica, algunas comunidades budistas como la japonesa celebran ceremonias rituales (Mizuko kuyo) de reparación para aquellas mujeres que han experimentado un aborto y así lo solicitan.
El uso de los mismos es tan antiguo como difundido en las sociedades en donde históricamente ha sido religión mayoritaria.
Muchas organizaciones y especialmente comunidades monásticas en contacto con la naturaleza se han integrado en programas internacionales para ayudar a la conservación del medio ambiente.
Actualmente, muchos budistas optan personalmente por el vegetarianismo para contribuir al respeto a la vida animal.