El émporos le pagaba con sus propios fondos, pero también podía financiarse, en parte o en totalidad, mediante un préstamo suscrito ante particulares con tipos de interés elevados (20 a 30%), habida cuenta del carácter incierto de la empresa (préstamo a la gruesa ventura).
En general, en un mismo barco, se encontraban varios emporoi y sus mercancías, cada uno con un contrato diferente con el nauclero.
[5] El émporos era un comerciante que se arriesgaba, en la medida en que por una parte las condiciones de navegación eran peligrosas, por otra parte los beneficios se basaban en la oferta y la demanda de un producto entre dos regiones distintas.
[9] Sin embargo, en la mayoría de casos, esta inversión en la actividad comercial debe relativizarse para los ciudadanos más ricos: para ellos no tenía más que una importancia aneja a la política, por ejemplo, como muestra el hecho de que no se consideraban ni 'emporoi ni naucleros.
[16] Ente estos 13 ricos emporoi, se han encontrado nueve, el 20% del conjunto, en serlo lo suficiente para prestar dinero.