Ángela de Carranza

[2]​ Allí comenzó sus prácticas como beata y se apellidó a sí misma Ángela de Dios.[4]​ Empezó a escribir sobre sus revelaciones en 1673, por lo que aumentó su fama de santa e inspirada.[3]​ En 1688, había escrito 543 cuadernos (unos 7500 folios) de visiones, explicaciones místicas y tratados teológicos.Se mantuvo en esta línea aproximadamente 15 años, tiempo en el que también compartió sus experiencias con otros frailes.[1]​ Al hacerse públicas sus revelaciones, llegó a alcanzar una reputación poderosa como santa, aunque temporal.[3]​ El caso de Carranza atrajo mucha atención, probablemente porque se había establecido a sí misma en el imaginario colectivo.