Ángel de Furcio

Albazia, hermana del abad de Cornaclano, llevó al pequeño Ángel a aquella abadía para que se le educara bajo la regla agustina.

Cuando Ángel cumplió los 18 años, en 1268, fue aceptado en la orden menor de los Agustinos.

Sin embargo, tuvo la misma visión de sus padres y, cuando Adalitto murió, en 1265, Ángel regresó a la vida monacal, internándose en el monasterio de Vasto d'Aimone[4]​ en 1266.

Dentro de su comunidad se destacó como un estudiante excepcional, por lo que fue enviado a estudiar a París, bajo la tutela, entre muchos otros, de Giles el Romano, con quien convivió durante su estadía en la ciudad.Pasados cinco años regresó a Furci, donde lo remitieron al Prior de la Orden, quién lo nombró profesor de Teología en Nápoles, ciudad donde se instaló hasta su muerte.

[2]​ La ciudad de Furci lo reconoce como su santo patrón, y es donde reposan actualmente sus restos.