El sistema de fábrica o fabril (utilizado habitualmente sin traducir en inglés como factory system en la literatura económica e historiográfica) era un método productivo y de organización del trabajo industrial, opuesto al domestic system que se adoptó por primera vez en Gran Bretaña durante la Revolución Industrial y más tarde se extendió por el resto del mundo.
Al contrario de lo característico del domestic system, en la fábrica se reunían máquinas (demasiado grandes y costosas como para diseminarlas) y trabajadores (remunerados mediante salario en vez de por pieza fabricada).
La jornada laboral del nuevo obrero industrial era tan prolongada como la del trabajador agrícola: desde el amanecer hasta el anochecer, seis días por semana; pero con la gran diferencia de que el trabajador industrial quedaba reducido a una mera prolongación de la máquina, sin cualificación ni control sobre el proceso productivo, y por tanto fácilmente reemplazable; circunstancias también opuestas a las del trabajador artesano, sometido a la reglamentación gremial.
Enseguida se planteó un debate en términos morales sobre el nuevo sistema, y mucho antes de que introdujeran modificaciones en la legislación laboral surgieron las quejas de los trabajadores por sus condiciones de trabajo, que consideraban injustas, naciendo el movimiento obrero; primero como resistencia a las máquinas (ludismo) y luego como asociacionismo sindical (Trade Unions).
La alternativa del socialismo utópico se plasmó en las fábricas de Robert Owen (New Lanark, 1786) o los falansterios de Charles Fourier.